El crimen de Marta es, lamentablemente, otro crimen pasional: ella es una víctima más de una larga lista; el asesino, otro cobarde o loco que no merece haber nacido. No hace falta cuestionar si eran o no "novios", porque se trató de una historia pasajera típica de adolescentes, con o sin sexo culminado. Lo determinante es el hecho de que Marta hubiera quedado voluntariamente con su "ex lo que fuera", lo que significa que algún motivo les impulsaba: pasión, odio o simples ganas de resolver una disputa o unos rumores circulantes. Se metió en la boca del lobo, en la estúpida y peligrosa relación con un tipo conflictivo, que debería haberle dado a ella el mismo miedo que a su familia. Podía pasar y pasó.
Este asesinato, probablemente, es el fruto de una nueva disputa con calentón, o bien del viejo caso de "la maté porque era mía"... o, quizá, algo más circunstancial que puede aparecer con la autopsia, como una violación. Puede haber encubridores o, incluso, cómplices. Pero la realidad es que no estamos ante un caso aislado de una patología criminal excepcional que merezca la atención sensacionalista de los medios, sino ante un terrible y frecuente caso, que todas nuestras adolescentes pueden sufrir cualquier día. Y la culpa es nuestra.
¿Nuestra? Sí, de toda la sociedad desde el gobierno y las instituciones hasta el último ciudadano. Hemos perdido los valores que nuestros abuelos y padres intentaron inculcarnos, en favor de la nueva sociedad del bienestar. De la "blandocracia", moderna y progresista, de la que se aprovechan los buitres y desalmados de todos los estratos y niveles sociales. Hemos creado una nueva generación de jóvenes desinhibidos, en la que los chulos y macarras compiten con ventaja y sin pudor con los decentes y mejor preparados. Ocurre en cualquier familia y sin distinción de sexos, en cualquier entorno social, pobres o ricos. Ellas quieren ser las más lobas, devoradoras de hombres sin piedad. Ellos los matones del barrio o los capos del club social.
Esa evolución es palpable en todos los medios, mucho más en televisión e internet. Los nuevos modelos surgen del cine, la moda, las nuevas tendencias, surgen de la simple creatividad que, además de necesaria, es irrefrenable. La transgresión es propia de la juventud. Es la nueva cara de la clásica rebeldía y eso no lo vamos a cambiar. Pero también es nuestro deber poner medidas de contención para contrarrestar los excesos que nos parten el alma cada vez más a menudo.
¿Cómo? Es sencillo y natural. El ejemplo sólo puede partir de la Ley. El respeto a la vida sólo puede regenerarse desde la proclama del acuerdo sobre una Ley más dura. Ideas no faltan y personalmente me uno a la de quienes sostienen que hay que perder el miedo a pronunciar conceptos como "pena de muerte" y "cadena perpetua", aunque sea para luego ser descartados. O no... Lo que no puede ser es que pretendamos ser los más modernos del mundo y nos hayamos convertido en el país más conflictivo de Europa, donde más asesinos hay y donde se sienten más impunes. Personalmente, creo que es momento de exigir el cumplimiento íntegro de condenas y la limitación de los beneficios penitenciarios. Una condena por asesinato u homicidio no debe permitir una redención de más del 25% por buen comportamiento. Y ninguna salida temporal en dicho plazo, porque el riesgo es demasiado caro. Personalmente también, creo que es momento de abrir el debate sobre la cadena perpetua y la pena de muerte para los casos de REINCIDENCIA y los de ABUSO DE PODER y ENSAÑAMIENTO, aquellos donde la maldad del individuo sea manifiesta. Eso toca directamente los casos de asesinos en serie y terroristas, aquellos donde el desprecio a la vida son absolutos.
Y uno de los mayores riesgos es limitar el debate a la mal llamada "violencia de género", porque tampoco se trata de simple violencia machista. La violencia de hoy se genera en esa nueva pareja donde ellas juegan a menudo con los sentimientos y el engaño, con la cobertura proteccionista de las leyes de "discriminación positiva". Es decir, que muchos hombres están cayendo como palomos en las redes de la frivolidad de la nueva "superhembra", con reacciones cada vez más primitivas. Sugiero a mis congéneres masculinos un cambio radical... un giro a la italiana, por la que deberíamos adoptar una actitud quizás aún machista pero supra-elegante, la de Alessandro Lequio y otros maravillosos dandies que no se dejan llevar aparentemente por la ira, capaces de prescindir de la dependencia de pareja en espera de nuevas oportunidades, que las hay y muchas. Ruego a las lectoras se tapen los ojos mientras proclamo: "Aprendamos a vivir solos, amigos, que mujeres hay muchas y algunas no son tan putas". El secreto es dejarlas como señores, antes de que nos dejen como perros. Y no pasa nada por no tener amor a mano, ni relaciones sexuales tan frecuentes. Personalmente puedo reconocer que he pasado hasta 4 años sin sexo compartido y, además de haber dedicado el tiempo a progresar profesionalmente, luego he retomado las relaciones íntimas con toda naturalidad y de forma más selectiva y satisfactoria.
Volviendo al endurecimiento de penas: quizá el miedo a una condena mayor puede frenar a parte de los futuros agresores: esa parte de chulos machistas que han levantado la mano pero aún no han apretado el gatillo. La educación preventiva también puede frenar a otra parte: los adolescentes gallitos víctimas de sus hormonas. Pero a los que ya se dejan llevar por la ira y a los dementes clínicos, desengañémonos, no les para ni Dios. Eso quiere decir que nuestro mayor éxito sería reducir la cuota de sucesos, quizás a la mitad. Y por eso debemos luchar ya.
Firmo por penas de 20 años para los homicidios no premeditados, con eximentes del 25% por confesión voluntaria inmediata y redención máxima del 25% de condena por buen comportamiento. Firmo por penas de 30 años para asesinatos premeditados, sin redención alguna. Firmo por la cadena perpetua para los reincidentes. Y firmo por la pena de muerte para los asesinatos reincidentes con ensañamiento. Alto y claro.
Ah, firmo también por el portazo a tu novia cuando te ponga los cuernos, a la voz de "Ciao bambina, que te dén". Y tú al gimnasio, a quemar los nervios...
Kim Manjón,
director de COOL MAGAZINE.
P.D. A las chicas, dos consejos:
"MEJOR SOLAS QUE MAL ACOMPAÑADAS" y
"LOS MALOTES MOLAN... SÍ, PERO A VECES TAMBIÉN MATAN".
