Disfrutad el verano ahora que podéis... porque lo malo aún está por llegar. En pocos meses va a darse la conjunción astral del fin del mundo: se agotarán las prestaciones por desempleo del 60% de los parados, el paro superará los 4 millones en Navidad, la morosidad obligará a cerrar 100.000 empresas más, los bancos ejecutarán sin piedad también los embargos de las clases más acomodadas, Hacienda acelerará el cobro de millones de multas de tráfico pendientes y, además, los penosos adelantos del IVA que los autónomos no han podido atender; circularemos sin puntos en el carné a riesgo de cárcel, la delincuencia invadirá los barrios más tranquilos de las ciudades... y, para colmo, un fantasma que se llama "H1N1", o simplemente gripe A, nos acechará tras cada tosido cada día del invierno.
En definitiva, los jóvenes españoles, independizados orgullosamente con ayuda de la generación de padres blandi-blup, volverán de nuevo a casa. Ya lo presenta medio en broma el nuevo anuncio de IKEA... Sin embargo, aún no he oído decir a nadie -ni siquiera a mis distinguidos amigos en paro- que no hacen vacaciones o que han cogido un trabajo de menor cualificación para enfrentarse a la crisis. La verdad es que aún afecta sólo a los estratos inferiores de la sociedad, pero eso va a cambiar en cuanto el sol se largue al hemisferio sur.
Entonces, tan sólo las abuelas tendrán recursos bajo el colchón para salvarnos del desastre. Pero no todos tenemos abuela.
